Un viejo mal ronda las agendas
y calendarios de las materias del semestre, un mal que promete mucha
incomodidad y ardor a todo aquel que se le cruce en su implacable e innovador
camino.
Por Geobaldo Mier
Se escuchaban los murmullos en los pasillos, el alumnado estaba inquieto
puesto que sabían lo que venía. Se acercaba la fecha en la que el antiguo mal
conocido como la Semana I para la Formación de Intensos Líderes Innovadores
Sentidohumanistas (por sus siglas SIFILIS) volvería para causar tormento sin
fin por cinco días. No hubo tiempo ni de organizar una campaña de
concientización, ya para el pasado 28 de agosto la mayoría de los alumnos
tenían ya algún tipo de SIFILIS (porque al parecer hay variedades). Fue tan
traumante la experiencia para todos que ya nadie podía ir a Punto Blanco a
quedarse jetón puesto que ahí iban todos a rezarle a don Eugenio, rogándole
para que esta SIFILIS no fuese tan molesta como en pasadas ocasiones, ni que
los dejase marcados de por vida.
¿Acaso puede tener rostro tal demonio? |
GGG: Nosotros en rectoría, en aquél mundo tan alejado de las líneas de
producción- digo, aulas, nos enfocamos en una cosa y tan sólo en una cosa
solamente: la competitividad en el mercado laboral de nuestros productos- digo,
alumnos.
OR: ¿Y cómo encaja en este discurso la SIFILIS?
GGG: Bueno, nosotros creemos que es un momento crucial en donde nuestros
alumnos pueden adquirir competencias fuera de sus planes de estudio al
enfrentarlos con problemáticas del mundo real.
OR: ¿Qué tiene que ofrecer, qué puede esperar el alumnado?
GGG: Hay una gran variedad de experiencias que ofrece este programa. Por
ejemplo, hay un viaje de investigación a un remoto pueblo olvidado por nuestro
Dios don Eugenio y por todos, esta experiencia cuesta la módica cantidad de
$5,000 pesos para concientizar a los alumnos que esa cantidad es más de lo que
su objeto de estudio ganará en todo un año. Por $12,000 tenemos un viaje,
también de investigación, a un arrecife moribundo de tanto daño provocado por
el turismo ecológico; el buceo guiado y un pedazo de coral como souvenir ya
vienen incluidos en el costo. En fin, como éstas atracciones- digo, actividades
de aprendizaje basado en experiencias, hay muchas y deseamos que nuestras
queridas ovejas se la pasen a todo dar durante su SIFILIS.
Tras el mensaje del queridísimo rector, el alumnado se sintió tranquilo
y volvió rápido a la cotidianeidad de su campus tipo mall. Pero aún quedaron
algunas voces disidentes que se mostraban inconformes de que se les impusiera
por la fuerza la SIFILIS, uno de ellos era el mismísimo hijo del rector y
futuro rector Garzón de la Garza Garcés (por sus siglas GGG) quien también
ofreció una exclusiva para la editorial de la OR para expresarle al alumnado
sus inquietudes.
OR: A ver, cuéntanos Garzón, ¿qué molestias te sigue provocando la
SIFILIS?
GGG: Pues mira, paps, hay una cosa de este coto que, o sea, a mí todavía me deja muy ardido, we,
¿me entiendes?
OR: ¿Lo dices porque no hay actividades verdaderamente interesantes o
innovadoras dentro del programa?
GGG: No, we, me refería a que-
OR: ¿Y porque, si sí las hay, usualmente tienes que desembolsar una
cantidad considerable de dinero, cosa que le da en la torre a todos los
becados?
GGG: No, paps, yo-
OR: ¿Y que para el restante de nosotros que no queremos pagar el rescate
del 5% de calificación final, que tienen literalmente secuestrado, no hay
suficiente cupo en las actividades sin costo?
GGG: No, no y no.
OR: ¿Entonces?
GGG: Yo lo digo porque, o sea, ¿para qué hay actividades de feminazis y
vatos depres suicidas? ¿Me entiendes? Sólo nosotros, los líderes innovadores y
emprendedores con sentido humano deberíamos tener la SIFILIS, ¿me entiendes,
paps?
Pues ahí lo tienen, desde luego que como siempre la editorial de la OR
les desea lo mejor y les manda un cariñoso apapacho con guante de hule a
aquellos que ya tienen SIFILIS. Les recomendamos que se lleven una pomadita si
es que se pone muy brava la cosa y así no terminen con una marca de por vida o
peor, en el historial académico.